Ya tenemos la llegada del verano aunque el cielo se resistió lluvioso, la tierra se prepara para el estío. Antiguamente la llegada del verano significaba la cosecha. Nuestros antepasados vivían según las estaciones. Los inviernos eran fríos, duros y hambrientos; los veranos con la cosecha brillaban alegres.
Las gentes sencillas de antes no se quejaban a la más mínima por una temporada de lluvias en pleno junio. Eso significaba agua para la tierra. Pero ellos, que tenían menos medios para sobrevivir por aquel entonces, no parecían tan egoístas como somos ahora. Pretendemos arrastrar las cuestiones climatológicas a nuestro capricho y deseo personal. No apreciamos lo inmenso que es el planeta, y lo insignificantes que somos las personas. Los muchos seres vivos, animales y plantas que habitan cuidadosamente en la Tierra, todos ellos basan su crecimiento y su desarrollo en las estaciones de la naturaleza, y nosotros en cambio queremos doblegar a nuestro antojo las estaciones.
*Fotografías hechas en La Solana (Ciudad Real) frente al Teatro Tomás Barrera
